Desde que Lincy abrió este espacio de “Confesiones sexuales”, no logro conciliar el sueño hasta que lea algún de estas historias y por ende duermo pensando que son un reflejo de mis propios deseos, temores y locuras en la cama.
Y contar algunas de mis aventuras seria contribuir a que otros se arriesguen a cumplirlas o a entender que el sexo es tan maravilloso y diverso que negarse a vivirlo a plenitud es llegar a viejos con reproches y perversiones insanas que amargaran la poca vida que les quede..
Sucedió en un viaje que hice solo en días previos a cumplir mis 30 años y sin rumbo fijo termine rodeado de costas y playas hermosas, al lado de personas diversas y con idiomas variados, pero antes de llegar a Santa Marta, pase por San Gil un lugar especializado en los deportes extremos y fue después de una caída y el cuidado que me brindo la dueña del hotel donde me hospedaba que entendí que ser directos y no reflejar tapujos puede traerte locuras sexuales increíbles.
Ella una mujer con algo más de 40 años, dedicada esposa y trabajadora como todas las santadereanas me brindaba un caldo y me cambiaba el vendaje de mi herida, me decía que yo era un loco por hacer semejante viaje y en moto, yo sin medirme en la charla le dije es que a esta edad toca hacer y comerse de todo, para sentirse vivo.. Ella quizás con sorpresa y picardía me replico y me dijo.
Y si ha comido mucho? Yo le dije que no, porque solo llevaba dos días de viaje y ni la paja me había podido hacer. A lo que ella sin tapujos ni vergüenza, me toco por encima de la pantaloneta la verga (flácida por cierto) diciéndome que “Falta de confianza”.
Con semejante respuesta mi verga empezó pararse de inmediato y no pasaron más de 20 segundos de miradas picaras y toques recurrentes cuando vi con sorpresa como su boca succionaba mi glande de tal manera que un escalofrió recorría mi cuerpo y entre más la chupaba más ganas de desear se lo tragara por completo. fueron a mi pesar los 3 minutos de arrechera más intensos hasta que me vine como nunca lo había experimentado.
Avergonzado quizás por que dicho momento me evidencio su experiencia y virtuosa habilidad bucal pedí excusas y fingí dolor por la herida. Ella saboreándose mi semen me miro tan condescendiente, que solo se limito de decirme,
“te aseguro que no es el tiempo sino lo que se experimenta lo que me hizo sentir un placentero orgasmo” y se fue.
Continuaría mi viaje al siguiente día y con semejante momento pensaba dormir muy placenteramente. Pero en medio de mi sueño sentí como una erección intensa me despertó y allí enfrente de mí, la vi a ella desnuda chupándome la verga nuevamente y prodigiosamente dejando su redondo y voluminoso culo alcance de mis manos.
Sin mediar palabra alguna termine succionando su chocha grande y mojada, completando un perfecto 69. Los minutos pasaban y con algo de sorpresa veía como empezamos a cambiar de pose hasta que su frondoso culo estaba sobre la cama y esperando que mi parada y mojada verga, la atravesara.
Pero no lo hice, seguí lamiendosela e introduciéndole mis dedos, porque si había de venirme quería hacerlo dejándola lo más satisfecha posible… Ella gemía con rudeza pero se tapaba la boca con la almohada, de un momento a otro se paró, me miro con rudeza y me dijo “No aguanto más, no seas hijueputa métemela ya”.. Yo complaciente la volví acomodar en cuatro y le fui metiendo mi verga suavemente hasta que mis guevas golpeaban constante y cadenciosamente la entrada de su mojada chocha.. Terminamos recostados y satisfactoriamente cansados.
Al otro día antes de salir, me llevo el desayuno y la última mamada vino acompañada de un consejo muy sabio, que hoy en día sigo fielmente. “Nunca te niegues a la locura, al deseo y la pasión, todas las mujeres somos putas pero solo con aquel que vale la pena"
Y he tenido la fortuna que las mujeres que han pasado por mi vida, se han comportado como putas y amantes sin tapujos, quizás por que me he merecido cada uno de sus deseos y placeres.
Mi viaje continuo y lo que paso en esos 15 días de aventura serán motivo de otros relatos…