Debo empezar diciendo que soy un hombre de 27 años que me considero heterosexual, pero desde que tengo trece años rondaba en mi cabeza una idea (curiosidad), esto pasó luego de que una tarde de videojuegos con un vecino terminó en que yo le hiciera sexo oral a él; un inocente sabotaje de su control hizo que le tocará su pene y una cosa llevó a la otra.
Pasé varios años de mi adolescencia con ese recuerdo, me excitaba mucho cuando me acordaba que terminaba masturbándome. Una tarde vi en internet un anuncio que promocionaba un sauna exclusivo para caballeros, después de mucho pensarlo me decidí a ir. Cuando llegué a la puerta, timbré y me abrió un sujeto en toalla, seguí a una recepción y este me cobró los $15.000 de la entrada, me entregó unas chanclas, una toalla, dos condones y la llave de un casillero. Todo me temblaba, entré al cuarto le lockers, me desvestí y cuando estaba sin nada de ropa entró un tipo, me puse pálido pero a él pareció que no le importó mi presencia. Salí de este cuarto y me dispuse a recorrer el lugar. Para no hacer más larga mi historia, les cuento que ese día conseguí que un tipo al cual no veía muy bien (porque estaba dentro del truco y había mucho vapor) me dio una mamada bastante agradable. Después de eso salí del lugar, con cierto arrepentimiento para decir verdad.
Volví a este sitio y a otros saunas de la ciudad, en los cuales me masturbaron, masturbé, me hicieron sexo oral y yo también proporcioné sexo oral, incluso en una ocasión me animé a chupárselo a un tipo delante de cuatro hombres más, eso me excitó aún más y parece que ellos se dieron cuenta porque después de acabar mi trabajo dos más se me acercaron para que les hiciera los mismo, obvio no me negué. Lo que nunca me atreví en estos sitios fue que me penetraran. Que me penetraran era la fantasía (curiosidad) que me rondaba desde que tenía trece años.
Hace apenas unos días, aprovechando que acababa de terminar con mi novia, llamé a un transexual que encontré en una página de servicios sexuales. Acordé una cita con él (o ella), llegué a su apartamento, me senté en su cama y le comenté lo que quería. "Quiero que me penetre por primera vez". Me pidió que me desvistiera, me hizo sexo oral, me preguntó que si quería chupárselo a él, yo accedí porque debo confesarles que me gusta hacerlo. Y llegó la hora de la verdad, me ordenó que me volteara, me untó lubricante en el ano, me estimuló un rato y empezó a intentar meterme su miembro en mi virgen ano, le costó bastante trabajo conseguir penetrarme hasta que lo logró. Me dolió mucho, pero me aguanté (estaba cumpliendo una de mis mayores fantasías), no tengo certeza de cuanto duró la penetración, lo cierto es que eyaculé sin necesidad de estimular directamente mi pene, pero quizás por la expectativa que tenía no me gustó tanto como creía que me gustaría. Apenas acabamos, le pedí que me prestara la ducha, me bañé me vestí, le pagué y enseguida me fui; no me quedé la hora que me correspondía por a tarifa que pagué.
La verdad, creo que la experiencia me sirvió para darme cuenta que lo mío son las mujeres, pero debía vivir esa etapa, creo que uno debe de hacer de todo en la vida.