Curioso fue el día, en que comencé a fijarme de forma diferente en el culo de mis amigas. Que ciego había estado. Como pude pasar por alto esos contornos, unos más redondeados, otros más grandes, pero todos hermosos y apetecibles. No fue hasta bien entrado un verano, cuando noté el deseo de tocar, de sentir, de poder morder aquel culo, jugar con él... No había duda de que ella había despertado una llama ardiente y muy difícil de apagar. No era ella en si la que hacía palpitar mi entrepierna, era su hermoso culo, el deseo de poseerle, penetrarle...la acción prohibida, lo que siempre ha sido tabú...eso es lo que me agradaba. Al tiempo, me daba igual quien fuese la portadora de tan sublimes nalgas. Todas me parecían agradables. Fantaseaba con ver por debajo de sus pantalones, fisgar mientras se cambiaban...todo en ellas era increíblemente erótico. No hace mucho, practicando deporte con una de mis amigas, con la que tantas veces había quedado para entrenar, vino a mi casa, a cambiarse de ropa dijo. La pase a mi habitación y, creyendonos ambos separados por los muros, una fugaz mirada hacia la habitación hizo que el espejo que tenía en ella, reflejara su cuerpo en ropa interior. Sus curvas me parecían un museo, todos los cuerpos son bellos a su manera y dependiendo de los ojos del que mira. Ella alzó la cabeza y un breve paso de sus ojos por el espejo, hicieron mirada con los míos. Todo nos daba igual, nos dimos a la pasión descontrolada, a un frenesí lujurioso y depravado. Con tanto beso, tanto roce, cuerpos sudorosos frotandose, fui directo a por su trasero. Le mordi primero, toque y toque constantemente como si estuviese amasando algo, y abrí sus nalgas observando todo su culo. Brillaba debido a la lubricación de su vagina. No pude contenerme. Lo lami una vez y estuve apunto de venirme debido a la excitación. Ella se dejaba hacer, seguí lamiendolo mientras ella se masturbaba. Eso propició que su culo comenzará a dilatarse, lo que me llevo a introducir un dedo y después otro. Al final, acerque mi pene a su pequeño agujero. Ella me comentó una vez, que a los hombres nos gustan los agujeros estrechos y claro que tenía razón. Fue una sensación diferente, introduje mi pene lo más despacio que pude para no causar dolor. Bombee y bombee, su culo me atrapaba cada vez más y sabiendo ella que estaba apunto de correrme, apretó lo más que pudo su culo contra mi tripa para sentir lo más profundo posible mi semen recorrer su interior...fue especial y muy lascivo. Nunca antes había mantenido sexo anal y creo que como aquella primera vez, nunca más lo tendré.
Pero esa ya es otra historia....