Lincy Acosta

Desde los 7 parte 5

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Anonymous
May 22, 2017 05:52 PM 0 Answers
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Panties y faldas. Mis prendas favoritas del guardarropa de niña. Bueno, falta una prenda más: los zapatos por supuesto. ¿Qué sería de una chica sin zapatos altos? Y si, como se imaginan, los primeros que usé fueron de mi madre. No fue algo relevante, fue más bien como un juego. Debo haber tenido algunos 9 o 10 años y los usaba más bien así, jugando.

Debo admitir, que los zapatos no me llamaron la atención de manera especial, hasta ya siendo un adulto. Sin embargo, no tenía la oportunidad de ponerme unos, primero porque en casa no había chicas con excepción de mi madre y sus zapatos entonces no me llamaban la atención y comprarlos habría sido complicado. Me gustaban los de mis novias pero pedirles que me los prestaran pues…no era una opción ¿verdad? Parecía un callejón sin salida. Y lo fue, hasta que llegó a mi vida ella. Una persona, la primera y la única, con quien me atreví a sacar esta parte de mí que en ocasiones me volvía loco.

No muy alta, de muy buen cuerpo, morena, me encantaba. Nalguitas redonditas y paraditas. Teníamos la misma talla de pantalón. Con ella abrí esa parte de niña que vivía en mí aunque no contaré por ahora las circunstancias de esas confesiones que créanme, no fueron sencillas. Y pues nada, que un día, me obsequió unos huarachitos color beige, sin talonera y con un tacón pequeño en imitación madera. Me quedaron un tanto ajustados claro, yo era mucho más alto, pero igual los disfruté como si hubieran sido de mi número.

Una tarde de domingo, estábamos solos en casa y en la charla, me dijo que tenía algo para mí. Me pasó una caja que de manera evidente contenía zapatos. Wowww, eran plateados, zapatos de verano con un tacón de 10 centímetros. No eran nuevos, eran de ella pero se le habían quedado un poco grandes. Me sentí increíble de feliz y con una gran sonrisa, después de darle las gracias, me los puse. Me quedaron excelentes. Me levanté, caminé un poco con ellos por la sala y me volví para verla. Estaba sorprendida y un tanto ofuscada. ¿Cómo es que caminas tan bien con ellos? Solo sonreí y le dije que el ejercicio ayuda.

Me quedé con ellos puestos claro y aproveché que ella fue al baño para ponerme una falda que tenía en azul. Era una falta recta de lino y algodón que me llegaba a media pierna y con una pequeña abertura en la parte de atrás. Me miré al espejo y vaya, el conjunto era bastante llamativo. Caminé hasta la puerta del baño y esperé a que saliera. Escuché que tomaba el picaporte, abrió la puerta y cuando me vio creo que casi se va de espaldas. No es presunción, pero una figura de un metro y  ochenta, con lindas piernas, enfundada en una minifalda ajustada y de remate en tacones quizás fue demasiado. Creo que no esperaba ese resultado. Solo atinó a ruborizarse y a sonreír un tanto turbada diciendo –te ves muy bien-.

Si, ya lo creo que me veía muy bien. Así continuamos la tarde de domingo, yo en minifalda, con tacones y ella con mirada azorada. Charlando de nosotros, del mundo y de lo mucho que había aún por vivir. ¿Recuerdan lo que les dije de poder vivir aunque fuera por una vez el ser descubierta por un chico? Bueno, no fue un chico, fue una chica...

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