Tacones, minifalda y panties. Una combinación explosiva ¿cierto? El outfit siguió formando parte de mis fines de semana y de cuando en cuando de algunas tardes entre la misma. Bueno, las panties son parte de mi día a día hasta la fecha y son algo riquísimo.
Una noche, charlando con ella acerca de esa parte de mi que estaba más cercana a ser niña, le confesé ese deseo de transformarme aunque fuera una vez en una chica. Me miró con seriedad mientras mi corazón latía acelarado, más de lo habitual. Me tomó de la mano y me llevó hasta el tocador. Me hizo sentar en el banquito y comenzó a sacar su maleta de maquillaje. Wowwww, estaba a punto de ver cumplido uno de mis más grandes sueños. Comenzó con el proceso de maquillarme. El corrector, la base, la transformación. Utilizó un lipstick carmesí que me hizo contener el aire cuando lo ví. Despúes sacó unas tenazas para peinarme. Jamás me había hecho un peinado. No me permitió verme en el espejo hasta que la obra estuvo terminado.
Sonrió y me dijo: mírate. Con cierta timidez y una gran ansiedad al mismo tiempo, me voltee hacia el espejo del tocador...Casi me solté a llorar. Estaba transformado en una linda chica, como siempre quise en mis fantasías. Después, de verme devolverle la sonrisa, me dijo "ven". Me llevó de nuevo a la habitación, revisó en el closet y sacó un vestido azul rey, con tirantes en la espalda descubierta y un escote lindo y discreto. Con cuidado de no deshacerme el peinado, me ayudó a ponerme el vestido, me lo ajustó y volvió a sonreír. Me dió los zapatos plateados y me llevó de vuelta al espejo del tocador. Jamás olvidaré esa imagen. Yo, ya no era más un chico. Era una linda chica enfudada en un precioso vestido azul, con la mirada perdida, adornada por unas hermosas pestañas y con un peinado maravilloso. Llevaba unas panties blancas de licra y algodón.
Me llevó de regreso a la habitación y me hizo sentar en la cama. Comenzó a acariciarme despacito los brazos descubiertos. Pasó su suave mano por todo el contorno de mis caderas, bajando hasta mis piernas, rozando apenas mis pantorrillas haciendo que la piel se me pusiera chinita con cada caricia. Besó mi cuello de forma suave y al mismo tiempo, comenzó a meter su mano bajo mi vestido. Hizo que el corazón se me quisiera salir. Con delicadeza comenzó a pasar su mano por mi parte y me hizo abrir las piernas al llevar esa deliciosa mano mas hacia el sur mientras no dejaba de besar mi cuello y mis hombros.
Sin querer comencé a jadear un poco. Estaba por completo entregada, sin voluntad, a su merced, como siempre lo quise. Me recostó con suavidad en la cama, me dio la vuelta para quedar boca abajo y subió mi vestido por encima de mis nalgas. Acarició en círculos mi redondito trasero y apretando con suavidad mis caderas me hizo levantar un poco y bajó mis panties dejando mi culito al descubierto. Me sacó por completo los calzoncitos y me pidió abrir mis piernas...lo que vino después jamás creí que fuera a suceder esa noche...