Era un martes, yo salí de trabajar y recibí un mensaje de texto del Sacerdote de la parroquia a la que asisto (es hermoso, alto, unos ojos expresivos y unos labios muy provocativos)
Dijo que quería recogerme para hablar y yo acepté, quería estar siempre cerca de él, aunque no había pasado nada todavía, me excitaba con sólo pensarlo.
Me recogió y comenzamos a hablar, cada vez , la conversación se ponía más erótica. Le conté que estaba cansada ya que había tenido un mal día y me dijo que el sabía hacer unos masajes para el estrés, le dije que quería uno y fuimos a un motel.
Nos desvestimos y nos metimos a la bañera, obviamente yo estaba muy nerviosa, me pasaba de todo por la cabeza, comenzó a hacerme unos masajes deliciosos, y a besarme la espalda, me tocaba los senos suavemente como esperando mi aprobación para continuar.
Claro, yo me voltee y comencé a besarlo, todo pasó de ser tierno a ser agresivo, me senté sobre el y el mientras tanto se metía mis senos en su boca, mordia mis pezones y me excitaba cada vez más, sentía su pene dentro de mi grande y delicioso y sus manos me apretaban fuertemente y me cogian del cuello de una manera espectacular.
Salimos de la bañera y fuimos a la cama, hicimos un misionero delicioso, se movía de una manera! Me preguntó si se podía venir dentro de mi y aunque moría de ganas le dije que no, por lo que baje y le hice un oral, ha sido mi punto fuerte porque me encanta meterlo en mi boca, lamerlo. No he podido olvidar ese pene en mi boca, efectivamente se vino y yo trague todo su semen. Fue delicioso.
Desde eso nos hemos visto varias veces y siempre para satisfacer nuestros deseos. Me encanta sentirlo dentro de mi y saber que es lo más prohibido que tengo.