[Continuación...]
Me fuí a mi habitación, organicé unas cosas, pues al dia siguiente descansaba, como pude hice orden, me cambié de ropas y me puse una pantaloneta sin ropa interior y un buso holgado sin mangas. En eso salió Carmen de su baño con esa corta toalla blanca que escasamente cubría sus tetas y sus ricas nalgas, claramente, si ella se agachaba o sentaba, su pubis quedaría al descubierto. Pasó por mi habitación y me dijo que iría al de ella a traer una pomada que su madre, la suegra de mi padre, le había regalado y que se secaría y se pondría su pijama, así ella llamaba a su camisón blanco translúcido y su diminuta tanguita oscura tipo hilo dental.
A los diez minutos entró ella a mi habitación, traía su cabello suelto, ligeramente seco, su pijama translucida y claramente se notaban sus senos libres de bragas y sus pezones erectos por el frío, me dijo que me acostara boca a bajo sobre la cama, que me relajara, me indicó que me quitara el buso que minutos antes había puesto. Con esfuerzo me giré y me ubiqué y me sugirió que me bajara la pantaloneta hasta la mitad de las piernas. Me causó pena al principio, pues mi nalgas quedarían descubiertas ante sus ojos y me tardé, ella sabía que me daba pena con ella, a lo que Carmen me dijo que no sintiera pena que ella no le contaría nada a mi papá y que ella ya había habia visto nalgas de hombres mucho antes de conocer a mi papá, que lo hiciera con naturaldiad. Así que ella notó que me dolia hacer eso y ella me ayudó, me las bajó hasta los tobillos, llegando a los pies. Abrió el envase que contenía la pomada esta y me pidió que me relajara, que me distensionara, me tranquilizara y que nuevamente sería un secreto entra ella y yo, que Carmen solo quería ayudarme. Me tranquilicé y Carmen esparció algo de pomada sobre mis gluteos, sentí al principio frío esa crema y al rato se calentó, me dolía cuando ella pasaba sus suaves manos por el dolor de la caida en el patio. Al inicio masajeó con suavida y poco a poco ella hacia fuerza sobre mis nalgas y eso me dolía. Comenzó a hablarme que como me sentía y le comenté el dolor y el cambio de tempartura de la crema, ella me dijo que era normal eso. No me había dado cuenta cuenta pero Carmen se había montado detrás sobre mis piernas. Al terminar me dijo que traía una aceite que tambien le había regalado su mamá y que le aplicaba a mi padre para relajarlo, asi qeu Carmen tomó algo de aceite de esa botella que también había traido junto a la pomada y me la aplicó por la espalda haciendome masajes en los brazos y espalda, bajó y me abrió mis nalgas y pasó algunos de sus dedos untados de aceite por mi ano, esto hizo que mi verga se pusiera erecta, Carmen continuó aplicando y masajeando con sus manos suavemente hasta llegar a mis tobillos y me separó las piernas, ella seguía detrás.
Luego me pidió que me girara, a lo que le dije que eso no lo haría, que me daba pena, pues sin darme cuenta, el contacto de sus suaves manos y masajes en la espalda, nalgas y piernas habia hecho que mi verga estuviera dura y que comenzara a escupir pequeñas gotitas de semen que mojaban la sábana de mi cama. Ella insistió por unos minutos que necesitaba completar el masaje y terminar lo que había hecho.
[Continuará...]