Hay días grises, donde el frio del viento te lleva a buscar calor de cualquier forma posible. Muchas optan por un café, meterse debajo de las cobijas o estar en plan "arrunchis" con la persona deseada. En uno de esos días, me dio el impulso de hacer algo sexualmente diferente con mi pareja y empecé a fantasear con tener una experiencia sadomasoquista junto con con ella. Esta idea venia rondando por mi cabeza hace ya algún tiempo, pero sentía que la relación no llevaba el suficiente tiempo como para poder llegar a sugerir tales ocurrencias a Gabriela (Mi novia). Sin embargo, había notado cierto comportamiento dominante en ella, que me hacía pensar que podríamos pasar un excelente momento bajo un juego de roles sexuales de dominación y sumisión. Luego de leer sobre estas prácticas, me atreví a proponerle una velada de femdom (dominación femenina) a ella. Inicialmente me abrió los ojos, pero al poco tiempo le dio una sonrisa traviesa y me confeso que hace tiempo venia pensando en azotarme y dominarme, para que supiera a quien yo le debía obediencia y adoración. Luego de hablar suciedades un rato, nos fuimos a comprar artículos propios para la velada (les recomiendo el sex-shop sexleather que queda en la 22 con séptima). Allá compramos de todo: Látigo, corsé, collares de ama y esclavo, botas de cuero, una máscara y un arnés. Ya entrados en la noche, quede fascinado al ver la transformación que había sufrido Gabriela; Paso de ser una mujer tierna a una Diosa en cuero que demandaba que estuviera a sus servicios.
- Arrodíllate perro y bésame las botas - Fue lo primero que me dijo.
En ese momento sentí que mi voluntad había quedado debajo de sus botas de tacón, triturada y despedazada. Muy obediente le hice caso y mientras lamia sus botas, sentía ese olor tan exquisito del cuero, que entraba en mi nariz y me hacía suspirar. Además esa posición de sumisión termino causándome una erección que no tardo en llamar la atención de Gabriela.
-Con que a mi perro le gusta lamerme las botas eh?- Me dijo en tono alto y con mirada sádica
-Si Gabriela- Respondí.
Inmediatamente veo su mirada arder de enojo y me obliga que me ponga de rodillas firme ante ella. Luego saca el collar de perro y me lo pone diciendo.
-Ama Gabriela perro altanero! - y me lanza una bofetada que me deja la mejilla roja.
-Te tendré que entrenar perro vulgar en que seas Mi objeto de placer. Deberás mostrar obediencia y humildad ante mí. Siempre debes estar arrecho y dispuesto a darme placer, y ni se te ocurra venirte, porque podría ser la última venida que tengas en varios meses. Ahora, acuéstate en el piso.-
Lo que me decía Ama Gabriela me dejo con mucho miedo, pero ese miedo se reflejaba en una erección descomunal en mi pene. Sin pensarlo le hice caso y me acosté.
Posteriormente, y ella sin dudarlo, procede a pisarme los testículos en señal de dominación, y empieza a tomarme fotos y a tomarse selfis, posando sobre mi cuerpo desnudo y clavando sus tacones tanto en mis testículos, como en mi pecho. El dolor fue tanto que en cierto punto me queje. Ante esto Ama Gabriela me exigió que únicamente debo utilizar mi boca para tres cosas:
- Lamer sus botas
- Lamer su vagina
- Comer
- Agradecer los tratos recibidos
Al terminar de decirme eso, me dio una patada en los testículos que me produjo gran dolor. Iba a gritar pero no sabía que me podía esperar, así que solo abrí la boca lo más que pude y me contuve en hacer sonido alguno. Ante esto, ella se sentó en mi cara y aprovecho que tenía la boca en dicha posición para que empezara a darle sexo oral.
-Es hora de darle un buen uso a tu lengua...Animo perro, dame orgasmos
Ni corto ni perezoso me anime a mover mi lengua como nunca. Normalmente en la vida sexual que llevábamos antes de esta velada, Gabriela no era muy dada a los orgasmos y yo no era muy dado al sexo oral. Sin embargo, esto no ocurrió en esta ocasión.
Gabriela empezó a tener muchos orgasmos en mi cara y no paraba de apretar su culo en mi cara para sentir cada vez más profundo mi lengua. Mi pene estaba a punto de explotar. Nunca había sufrido una erección tan prominente y ella no dudo en premiar mi esfuerzo por complacerla.
-Así es perro, así me debes satisfacer. Como recompensa, te dejare acabar en mi boca-
Acto seguido, me dio el mejor sexo oral que haya podido tener. No tarde mucho en venirme (y fue una carga fuerte). Acto seguido empecé a gemir y ella se acercó a mi cara con una expresión de satisfacción y me dijo.
-Bésame-
Aun tenía mi semen en sus labios, por lo que no estaba muy seguro de hacerlo. Sin embargo, era tanto mi estasis que lo hice, lo cual fue mucho mejor de lo que esperaba. Luego del beso, ella me soltó el collar y se deshizo de su vestuario de Mistress. Me abrazo y me dijo que me amaba con todo su corazón.
Fue un lindo inicio en el mundo del BDSM.