Conocí una chica en una fiesta hace un par de años. Como todas las.morrongas y altamente religiosas, se ahogaba con sus propias palabras al contarme lo santa y nada pecadora que era. Que gran mentira.
Una semana después, en semana santa, para poner la cereza sobre el pastel. La invite a tomarnos una tragos. El coqueteo era evidente y nuestros sexos rosandose en la pista de baile ya era hasta descarado.
A ella, la habían dejado cuidando un apartamento y a tres gatos. Ella sin problema, puso la casa y yo la puse a ella.
Para la tranquilidad de su conciencia, no dejaba de decirme que ella nunca había hecho esto y que yo era el segundo hombre con el que tenía sexo. Por dentro, me preguntaba que hacía que una mujer sintiera tal presión social que no le permitía ser lo que ella era. Un gran culiadora de noche que practica una religión en el día.
Deje de follarmela unas semanas después, al darme cuenta que en cualquier momento la podía dejar preñada y ella no estaría dispuesta a abortar.