Lincy Acosta

¡La puntica no más! PARTE 3

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Anonymous
Ago 15, 2017 01:44 AM 0 Answers
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Era evidente para ambos lo que seguiría, sin embargo no lográbamos ponernos de acuerdo. Él quería penetrarme y yo a él, pero ninguno de los 2 cedía. Me manifestó que tenía problemas de estreñimiento, cierto o no, cerraba la posibilidad de penetrarlo. En medio de la excitación empezó un jugueteo entre nosotros, dado que tenía más fuerza, hizo algunos intentos fallidos por penetrarme, pero con la flexibilidad que me caracteriza lograba escabullirme entre su cuerpo. Cuando por fin llegó la ingenua propuesta de “la puntica no más”. Me pareció razonable, dado que la excitación me pedía más y de que en mis ratos de soledad me deleitaba con la sensación de mis dedos en el ano. Tendido sobre la cama, con las piernas elevadas a la altura del pecho, mi culo quedó a su disposición, empezó a dilatar mi ano con su lengua, saliva y dedos, dado que suelo estimular esa zona, no estaba tan cerrada como algunos chicos vírgenes, de modo que empezó a puntearme con su verga, era exquisito sentir como iba irrumpiendo dentro mío, mientras me miraba fijamente a los ojos, era excitante su mirada, evidentemente lo disfrutaba bastante entonces aplicó presión para seguir entrando, de modo que me tomó por sorpresa, mi culo resentido se estrechó y yo me moví.

A pesar de la leve sensación de dolor, ambos queríamos más y con mirada suplicante pidió seguir su expedición. Volvimos a intentarlo, tendido boca arriba, mis piernas sobre sus hombros, y ahora gradualmente empezó a llenarme con su rico trozo de carne, cuando dolía un poco paraba, mientras mi culo se iba adaptando al intruso, ese intruso que empezaba a llenarme de placer. Con una paciencia considerable, opuesta a la agresividad de sus besos, después de unos minutos ya tenía toda su verga en mi culo, así que empezó a entrar y salir lentamente de mí, era una sensación exquisita, similar a la que producían los dedos en mi culo, pero más intensa, además de que desfrutaba de su mirada lasciva, su sonrisa de complacencia y su cuerpo en acción, la fricción con él llenaba mi cuerpo de sensaciones nuevas, adictivas, no quería que parara. Cambiamos de postura, de ritmo, me besaba mientras entraba y salía de mí.  Sus movimientos eran perfectos, alternados, había equilibrio entre ritmo, intensidad y profundidad. Salió de mí y empezamos a masturbarnos, llegó primero sobre mi abdomen, seguido por mí, mientras nuestros fluidos se mezclaban, cayó tendido a mi lado, agotado, sudoroso, satisfecho, y finalmente me acosté encima suyo. Y allí se quedó dormido. Me quedé observándolo mientras dormía, era curioso ver lo protector que podía ser a pesar de que no llevábamos mucho tiempo de conocernos. Me sujetaba con firmeza cerca de él. Tengo la manía de observar a mis chicos mientras duermen, disfruto ver sus cuerpos desnudos y serenos a mi completa disposición, recorrerlos con la mirada, tocarlos, besarlos, olerlos. No sé cuánto tiempo estuve así, pero me pudo el sueño y caí dormido.

En la madrugada desperté, la sensación en mi culo me recordaba lo ocurrido la noche anterior y era evidente que quería más. Siempre había bromeado con algunos amigos lo rico que sería el sexo mañanero, pero hasta el momento no había tenido la oportunidad de experimentarlo, con él ahí para mí, no iba a perderla. Empecé a besarle y somnoliento fue abriendo los ojos, para ambos era claro lo que haríamos, sin tanto preámbulo como la noche anterior, trepé encima suyo, el chico me gustaba mucho y hacerlo con él no igualaba otras experiencias que había tenido. Empezó lentamente, pero mi culo estaba más preparado para resistir sus embestidas, de modo que aumentó rápidamente el ritmo, recorrimos toda la cama -algo grande incluso para ambos- cambiando de posturas, las que más me gustan son aquellas en las cuales pueda ver el rostro de mi pareja, me excita mucho la expresión tanto de ojos como de la boca, además de que hay algo de vanidad al sentirme observado. Sobre todo aquellas que permiten penetraciones más profundas, así que mis piernas abiertas a la altura de mi pecho sujetadas por él, o sobre sus hombros mientras me besa era ideal para disfrutar en exceso. El ritmo, la excitación lo fueron llevando al clímax, de modo que salió de mí y empezó a masturbarse encima de mí hasta correrse. Después descansamos un rato, debo reconocer que el contraste de nuestros cuerpos delgado-musculoso me excitaba, de modo que le pedí antes de levantarnos se acostara encima de mí. Nos organizamos porque ambos teníamos ocupaciones esa mañana, saliendo juntos al paradero.

Me encanta el hecho de que mi piel quedara impregnada de él, de su sudor, de su semen, además de la cama (guardé las sábanas 1 semana, ya que su olor me recordaba lo ocurrido).

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