Después de la triple estimulación (https://www.lincyacosta.com/confesiones-sexuales/question/triple-estimulacion/) un merecido descanso. Ella estaba saciada y yo satisfecho. Pero había un detalle, no era suficiente para ambos. Mucha experiencia mancomunada, mucho tiempo juntos en antaño y sin duda alguna, muchas ganas de retomar eso que de alguna forma estuvimos esperando durante meses. Hablamos y nos reímos un rato después de recobrar los ánimos, algo de comer y a aquello que nos compete.
La empecé a besar y me puse encima de ella, la tome de las piernas y se las abrí sutilmente y me fui acercando a esta mujer; le sonreía y le encantaba. Se lo metí suavemente, la besaba en esa boca, en ese cuello y todo esto mientras entraba y salía dócilmente. Algo tenue para iniciar y que se excitara, ya estaba otra vez listo y muy erecto, pero eso ella ya lo sentía. A medida que lubricaba se lo metía más duro y ella feliz y yo encantado. Llego el momento dónde perdió el control y tomó las riendas: se me subió un poco estando en ese misionero, me tomó de las espaldas con sus manos y me sujetó de sus piernas y empezó a hacerlo sola. Ella ponía el ritmo, ella hacia lo que deseaba con mi pene dentro, arriba y abajo, entraba y salía según su enfermo gusto; se apretaba los labios, gemía y aumentaba el ritmo ¿Y yo? Quieto disfrutando de lo que sentía, veía y saboreaba. No aguantó, se vino y yo duro como una roca. No había lio, sabía que me compensaría.
Un descanso corto para ella y la puse en 4 como la perra que es y será si decide volver, es su posición natural y ella lo sabe y se lo decía: ¿Te gusta ser mi perra? ¿Sí? ¿Por eso volviste? Su respuesta: ¡Si ‘Heavynick’ yo soy tu perra, trátame como a tu perra! Y eso hice, en cuatro se lo metí una y otra y otra vez, duro la cogí de la cintura para hacerla gemir, suave cuando gritaba mucho y notaba que se venía; me gusta que disfrute tanto como yo y me aguante en las arremetidas, tocaba que se viniera suave. Le cogía esas nalgas con mis dos manos y se las apretaba fuerte cuando se lo metía, eso le encantaba. La nalgueaba un poco y se lo metía fuerte, en ocasiones mis manos se tornaban caprichosas y por momentos en su cintura, fuerte para excitarla, suave para mantenerla. Le preguntaba: ¿Quién es mi perra? Y ella respondía: ¡yo Heavynick, yo soy tu perra! Y yo me la cogía con fuerza tomándola de sus nalgas y caderas como si me enojara esas palabras aunque me excitaba escucharlas.
Me aburrí, quería algo más, tome varios objetos del cuarto y le amarre los tobillos y la parte alta de las piernas a la altura de su culo. La quería sometida, sin opciones de movimiento, como una perra sumisa y devota. En ese momento me desate, fuerte, duro, sin misericordia, no me importaba si quería suave, y no sé si quería venir o no, pero yo quería que me lo pidiera con sus gemidos, con sus gritos, con su silencio verbal, con su cuerpo sumiso y complaciente. Y eso hizo, en algún momento todo fue silencio pero ella seguía ahí sin pedir que parara de metérselo, pero no lo disfrutaba y yo ya había logrado lo que quería, le quite todo y le pregunte retóricamente: ¿Te gusto? Su respuesta: ¡Claro que me gusto! Un descanso más, algunas palabras y algo de agua.
Luego contra la pared y ella de rodillas en mi cama, le tome las manos y la até con las mías, después la solté y le tape esa boca y se lo seguí metiendo fuerte, duro, estaba desatado y ella sometida como la perra que es, fue y tal vez siga siendo si vuelve. Se vino un poco y seguimos pero en 4, y no aguantó y se inclinó un poco para levantarme la cola y morder la almohada. Invitación no explicita para cambiar de posición, un pie en su cabeza y seguírselo metiendo más duro y que gimiera más fuerte para que se volviera a venir. Cesamos, se vino y descansamos un poco. O mejor dicho, yo lo hice.
Un descanso de esos que todo hombre debe tener ¿Recuerdan que en triple estimulación les hable de su premio? Muy bien, quería su premio y había sido un buen perro fiel a sus antojos y leal a su placer. Me acosté y ella con su boca y manos fue hacia mi pene, me lo chupo de arriba abajo, me masturbo con su mano e incluso mientras lo tenía en su boca, no lo hacía para compensarme o complacerme, realmente lo quería, realmente lo necesitaba sentir en su boca, duro, erecto y a punto dé. No aguante lo que me hacía, como me miraba, sin palabras, sin nada que añadir. Sintió que yo no tenía el control y no intente ocultarlo, quería aguantar más pero sabía que no era posible y ya era hora de llenarle una vez más esa boca de semen. Lo hice, quede casi muerto y toco volver a parar.
El último, el de despedirse, el de tal vez no volverla a ver, el que ella quería, por dentro; sentirlo por dentro le fascinaba y me obligó en más de una ocasión a dejarlo todo en su interior. Espeso, caliente y abundante mientras ellas se venía, eso quería en ese momento. Le había levantado las piernas y las tuve a la altura de mis hombros mientras se lo metía y sentía su trasero grande y pomposo, ese que me gustaba agarrar en esa posición. Pero me canse, no soporto mucho tiempo en una posición así que tome sus piernas y junte las palmas de sus pies y se lo metí hasta fondo; no le dolía, le excitaba y yo solo pensaba en no sacarlo duro, en llenarla de semen, en que se moviera solo mi pene dentro dé y se derramara a cantaros. Ella gemía mientras cerraba los ojos y luchaba por saber cuándo venirse: media mis arremetidas a sus nalgas, mis jadeos, como le apretaba el cuello como la perra que era, ya que sin duda alguna, quería que la eyaculara y ella se pudiera venir conmigo; y eso paso, se vino mientras la eyaculaba. Esa sensación única y ver su rostro de doble placer (me vine y me lleno de semen) fue de mis mejores logros en cama.
Al final, unas palabras, arrunchis y luego a su casa. No he vuelto a saber de ella, espero que llame, pero espero sin esperar, igual hay otras, hay tontas y hay putas. Pero ella sin duda y lo sabe, es y será mi perra, no hay otra como ella.