Hola de nuevo, soy Armando, 30 años, 1.87 de altura, 120 kg de pura cachondez y mucha calentura.
Mis hermanas, Adi, Mina y Mia siempre cuidaron de mi, pero eso no evita que yo sintiera atracción sexual hscia ellas.
Siempre hemos sido una familia de mente abierta al momento de hablar sobre sexualidad... pero aquel día sobrepasamos el límite del tabú.
Adi tenía 27 años, Mia 35 y Mina 38... yo apenas había cumplido los 21.
Las 3 siempre han tenido buen cuerpo, Adi tiene buenas nalgas y tetas, Mia tiene un culo exquisito y Mina tiene todo chiquito pero muy rico.
Todo comenzó un día después de comer, Adi lavaba los trastes y como siempre los dos nos hemos llevado bien, se me hizo fácil poner mis manos en su cadera y arrimarle todo. Para mi sorpresa, su reacción no fue de enojo, sino de placer y con voz entrecortada y suave me dijo “si no estuvieran en la sala, te cogía aquí mismo”, mi verga dio un salto y se empezó a notar su presencia bajó mi pantalón y creo que ella también la notó.
Movió sus nalgas hacia atrás y cada movimiento hacía que mi verga se pusiera más y más dura... pero la diversión acabó porque Mina entró a la cocina.
Nos separamos e intentamos disimular, pero el bulto en mi pantalón era imposible de ocultar... Mina me miró, Adi seguía lavando los trastes y yo no sabía donde meterme. Sin decir palabra, Mina salió de la cocina y volvió a la sala.
Esa tarde decidí ya no hacer nada y encerrarme en mi habitación... Por la noche, mientras platicaba con un amigo de la uni, escuché que alguien bajaba por las escaleras, apagué el celular y pude notar que entró en mi habitación, se sentó a un lado de mi y se acercó a mi oído susurrando “no hagas ruido”... Era Mina, acto seguido metió su mano bajo mi cobertor, yo acostumbro a dormir desnudo, y tomó mi verga flácida con sus frías manos... el único ruido era mi agitada respiración a medida que aumentaba la velocidad de la jalada... Estiré mi mano para intentar tocar sus pechos y me di cuenta que estaba desnuda, su piel suave estaba al alcance de mis manos... Me levanté y empecé a jugar con sus pezones, sentí como se ponían duros entre mis dedos y ella de vez en cuando soltaba un gemido leve... hasta que mis manos bajaron y entraron en contacto con su vagina, estaba húmeda y cálida... Empecé a masajear y sus gemidos fueron cada vez más fuertes.
Ambos nos estábamos masturbando el uno al otro, y de pronto nos empezamos a besar apasionadamente, como en una porno... fue un intercambio de saliva muy rico, ella se apartó un poco y me dijo “te la quiero chupar”, me puse de pie y ella se puso de rodillas sobre la cama, se la metió toda de un chingadazo, sentí su garganta haciendo presión sobre la cabeza de mi pene, la tomé del cabello y se la introduje aún más, me la chupó por varios minutos, se dio la vuelta y me puso su culito de frente, me disponía a mamarle todo cuando me dijo “métemela”... yo obedecí y puse mi verga dentro de su jugosa panocha, la embestía como un animal, la cogí como si fuera mi puta, cuando me iba a correr me pidió que se los echara en la espalda.
Después de unos segundos salió de mi habitación sin decir nada... mi cabeza seguía dando vueltas cuando Mia se asomó por la puerta...
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