Comenzaré a contar mi vida sexual desde el inicio; mi adolescencia en Bogotá a comienzos de los 90´s. Por supuesto los primeros contacto con el erotismo y la sexología era por medio de las revistas impresas como Playboy y Penthouse, las secciones de adultos de las videotiendas y los canales de parabólica a los que pocos privilegiados tenían acceso. En mi caso personal un día de aburrimiento en casa después del colegio me puse a investigar los cajones de la casa y de pronto le encuentro la colección de revistas porno de mi papá: QUE TESORO!!! Pasé horas, días, semanas devorando página a página de esas revistas. Las mujeres de los 80´s bien peluditas abajo, tanto que poco se les veía la cuquita, pero era la época y ese momento cambió mi vida. Me obsesioné con las mujeres y el sexo.
Con mis amigotes del colegio pasamos tardes enteras viendo porno en casa de alguno de nosotros, masturbándonos sin descanso con toda hormona adolecente alborotada. Invitamos a veces a nuestras amigas pero muy respetuosamente (o bobamente) nadie se tocaba, nadie pronunciaba palabra mientras disfrutábamos de esas escenas.
Éramos muy tímidos para pedirlo, yo aún no tenía novia y menos había dado un beso con lengua pero andábamos muy arrechos y lo más fácil para perder la timidez fue explorar los avisos clasificados de adultos y masajes del periódico. Llamábamos, hacíamos mil preguntas del servicio y colgábamos. Hasta que un día lo planeamos bien. Un viernes en mi casa, llamaríamos a una chica de compañía y le pagaríamos porque nos quitara la virginidad a los 5 amigotes en el sótano de mi casa. Llamamos y llamamos hasta que logramos cuadrar que llegara a las 9 de la noche, vestida como ejecutiva, no queríamos levantar tanta sospecha en la portería y la esperamos afuera del conjunto todos cagados del susto. Finalmente llegó, cita totalmente a ciegas, una morena de cadera ancha, pelo alisado y con su mejor esfuerzo de ejecutiva de falda y media velada (error….!). Me dio miedo y algo de respeto por mi casa en el último momento, así que no la llevamos al parque de la esquina. Caminamos todos nerviosos hasta allá y al llegar a mis amigos les dio culillo así que tomé el primer turno.
Buscamos un árbol discreto y oscuro, nos sentamos y empezamos a hablar. Estaba haciendo mucho frío pero eso no importaba. Ella empezó con unos besos que sentía extraños, su boca y su lengua carnuda enseñándome a dar mi primer besos, algo torpe la seguí y fui copiando lo que hacía hasta que me fui relajando, soltando y disfrutando de ese primer beso. Me preguntó si quería que me lo mamara y tímidamente acepté. Me abrió el pantalón, me puso el condón y empezó a besarlo con ternura. Era mi primer oral. Fue rico pero el condón no permite la misma sensación y de vez en cuando pasaba gente cerca y debíamos suspender un momento. Mis amigos a lo lejos eran testigos de mi primera experiencia sexual. Ella se abrió la blusa y soltó el brasier para que pudiera ver, tocar y besar sus senos. Tenía unos pezones grandes que me los disfruté. Mis primeras tetas. Olían a crema barata, un olor que me persiguió por mucho tiempo y que me recordaba esa noche. De la arrechera intentamos que la penetrara, pero la falda que llevaba no ayudaba, la gente que pasaba cerca y el frío nos hizo desistir, y estuvo bien así. No hubiera querido que así fuera mi primera vez, de lo cual les contaré en mi próxima confesión.
Mis amigos se arrugaron y desistieron de la idea, por lo que nos despedimos de mi amiga y nos pronuncié palabra. Fue una experiencia fuerte. Nos despedimos todos y entré en casa. Ya en mi cuarto seguía con el condón puesto y aún sin venirme. Aún la tenía súper dura, así que ya con calma empecé a recordar cada momento de ese encuentro, me empecé a tocar y hacer la paja con el condón y me vine delicioso, como nunca; llené el condón con mi leche. Nunca me había venido así de esa manera tan abundante y espesa. Guardé mi trofeo colgado por la parte interna de un cuadro de mi cuarto pegado con un chinche por varios meses hasta que fue descubierto jaja pero fue mi primer recuerdo sexual.