Estaba en cuatro mamándosela a mi pololo cuando el Steve me la empezó a meter. Se sentía tan gruesa adentro que me hacía doler, pero me gustaba el dolor. Era tan desconcertante que no pude seguir chupando. Me recosté en el vientre de mi pololo y le dije que me abrazara. Él me dio la mano y se puso hacerme cariño en el pelo, como calmándome, mientras el Steve me metía su tremendo pene negro cada vez más duro.
Terminé en un par de minutos, y le dije que ya parara, porque el dolor era mucho. Me senté en la cama y me quedé mirando ese pene gigante, duro, venoso, largo y grueso en la punta, apretado con el condón. Se lo quite para verlo mejor. No quería dejarlo a medias, con las ganas, así que me escupí en las manos y empecé a masturbarlo. Lo tenía agarrado firme de la base, y de repente veo las manos de mi pololo tomándolo más de la punta. Sentí un frío en el pecho y en el estómago. Nunca creí que se aventurase a eso. En ese momento lo amé más que nunca y le besécla boca mientras el negro me manoseaba las tetas.
La escena gay subió mi excitación al máximo. Quise mas penetración. Recosté al Steve, le puse otro condón y me monté en él. Y despues le pedí a mi pololo, gimiendo, que me lo metiera por atrás. Sin que dejase de estar montada me lubricó con bacelina y me lo metió hasta al fondo. Se sentía raro adentro, como si ambos penes se tocasen. El dolor era grande, pero el placer era mucho más. Yo solo quería seguir, porque sentía que ya no habían límites. Y los dejé mucho rato, como quince minutos, hasta que terminaron, el Steve primero y mi pololo un poco después, en mi ano y sin condón.
Trío con un haitiano y con mi pololo
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