Estudié en un internado de monjas bastante caro. Toda mi familia hizo un gran esfuerzo para cambiarme ahí ya que en mis anteriores colegios, en uno tras otro, me hicieron Bullyng. Me molestaban por ser muy tímida.
Un par de veces al mes un cura joven iba a hacernos una misa. Después, un grupo de nosotras al azar tenía que ir por obligación a confesarse. Dentro del confesionario nos empezaba a hacer una serie de preguntas que siempre se encaminaban a lo mismo: -Y dime, ¿ya te haz tocado tus parte íntimas? ¿Has visto a algún amigo amigo tuyo sin ropa? ¿Sabes qué es lo que tenemos los hombres aquí abajo? ¿Qué haces por las noches con tus compañeras de habitación? ¿Han dormido juntas? ¿Se han dado besos? ¿Se han tocado?. A veces el hombre nos pillaba en un pasillo, sin mucha gente al rededor. Nos tocaba los pechos a penas con la punta del dedo o nos subía un poco la falda y nos advertía: -Ya están bien desarrolladitas. Cuidadito, nada de andar por ahí pecando. Un día, confesándome, le mentí y le dije que sí me había tocado . Me mandó a rezar 20 ave marías. Esa misma noche me masturbé por primera vez y después me quedé dormida rezando.
El cura nunca intentó algo más con nosotras. Sus preguntas, sin embargo, nos dejaban siempre muy calientes, con ganas de descubrir las cosas de las que nos hablaba. Algunas empezaron a pasarse de una cama a otra para besarse y tocarse. Yo las oía en la oscuridad y me masturbaba en silencio. En los camarines, después de gimnasia, veía como algunas empezaban a comparar sus pechos y sus vaginas. Yo las miraba de reojo, vuelta hacia la pared, tapándome con la toalla, ocultando lo mojada que estaba.
Hubo un fin de semana en el que todas las niñas de la habitación se fueron a sus casas, excepto yo y Marcela. La Marce era lo más parecido a una amiga que tenía, aunque no hablábamos mucho porque ella era aún más tímida que yo. Ahora, viendo en retrospectiva, pienso que tenía algún grado de autismo.
La noche del sábado nos fuimos a acostar temprano. Desperté a media noche y escuché el sonido acuoso de La Marce metiéndose los dedos. Ella nunca me había llamado la atención, no la encontraba bonita, pero imaginarme a la niña que yo creía totalmente inocente masturbándose me produjo una gran excitación. Comencé a tocarme y a gemir deliberadamente para que me escuchara y se pasara a mi cama, pero sólo provoqué que se detuviera. Marce, ven- le dije gimiendo- pero ella se quedó inmóvil. La llamé un par de veces más hasta que no aguanté lo caliente. Me levanté sin la parte de abajo del pijama, caminé hasta su cama, y la destapé entera. Hizo como que recién estaba despertando. Me senté encima de ella y le supliqué a oído: -Ya po, Marce, un poquito no más-. Yo intentaba hacer que me tocara y ella se resistía. Llegó un punto en el que le grité enojada: -¡Ya po, pendeja reculiá, pa qué te andai haciendo la mojigata, si las dos queremos lo mismo!-, mientras intentaba ponerle la vagina en la cara. Cuando por fin había accedido y estaba empezando a lamerme, entró a la pieza la monja que estaba a cargo. Ni tuve tiempo para disimular la escena porque quedé paralizada. La monja se acercó a la cama, me agarró del pelo, y me llevó arrastrando hasta una oficina.
Cuando llegamos me tiró con violencia al piso y cerró la puerta. Yo, todavía sin pantalones, me arrodillé en el piso para suplicarle que me perdonara. Le decía llorando que por favor no le contara a mis papás. La monja me volvió a zamarrear del pelo y me cacheteó. Después se sentó en una silla y me ordenó que fuese. Me recostó boca abajo sobre sus rodilla y empezó a darme nalgadas, primero muy fuerte y después más despacio, hasta que se volvieron caricias. Al final sentí como me metía los dedos en la vagina. Creo que llegó a tener cuatro adentro.
Me dijo que me parara y me acompañó con amabilidad hasta la puerta de su oficina. Me miró severa y me advirtió: Que no se repita, porque la próxima vez no voy a ser tan suave. Y cuando ya me estaba dando la vuelta para irme, muy confundida, dijo: ah, y dígale a su compañera Marcela que venga de inmediato a verme.
6 Respuesta
Yo tenia 14 años cuando mis padres me matricularon en un colegio interno. Lo hicieron porque en la escuela diurna donde iba no estudiaba. Recuerdo que tenia fama de diciplinar estudiates problematicos. Yo no queria, pero mis padres me decian que era por mi bien. Una noche pillaron dos chicos detras del dormitorio de la chicas espiandolas por la ventana de las duchas. Recuerdo que los castigaron paseandolos desnudos por el dormitorio delante de todas las chicas. Nunca habia visto chicos desnudos, pero como las chicas se divertia mirandolos nuertos de la verguenza no haciamos otra cosa que mirarles el pene. Pues con caras rojas les fuetaron las nalgas y y los dejaron de pie con las manos sobre sus cabezas y hasta pasaron la verguenza que se les subiera el pene. Creo que como los dos tenia 14 años era edad suficiente para excitarse. La verdad es que no solo ellos ha ellos les produjo excitacion. Aquella noche to tuve mas remedio que tocarme bajo las sabanas.
Desde que era niña he ido a colegios Catolicos. Fue cuando cumpli 14 que me di cuenta que todas aquellas craricias que me daban las mojas tenia un doble sentido. A mi me daba mucha verguenza que nos supervisaran cuando nos duchabamos. Se sentaba en el banquillo mirandonos a todas paradas en unas duchas abiertas completamente desnudas. Siempre era una diferente pero habia una que claramente le interesaba mas mirar nuestras partes intimas. Como yo, muchas de las chicas ya comensaban a tener cuerpos de mujer. Algunas con tetas mas grande que otras y otras con mas o menos pelitos entre las piernas que otras. Era una monja joven y obvia su mirada de pervertida mirandonos desnudas. Un dia me llevo por el pasillo envuelta en una toalla hasta su oficina. Recuerdo que sentada sobre su escritorio me pregunto si me masturbaba en la cama por las noches. «Se que lo haces» arancandome la toalla diciendo que me queadara callada, mientras me chupeteaba las tetas diciendo lo pequeñallas y paraditas que las tenia. Recuerdo que me puso los pezones como piedras, pasando de una teta a la otra, mientras con su cuerpo mantenia mis piernas abiertas y me frotaba el coño con el dedo. La verguen no impidio la calentura que me dio cuando me acosto sobre el escritoro, me abrio el coño y me lo chupo diciendo lo rosadito y rico que lo tenia. No se si fue un orgasmo lo que me dio, pero aquel hormigueo que me dio en la cabeza, me dio mas placer que cuando me lo hacia sola con mi dedo. Yo a mi edad, no sabia mucho sobre sexo y fue luego de mayor que comprendi que aquella experiencia fue una lesbica. Fue algo que recordare toda mi vida y cada ves que mi novio me come el coño, pienso en ella y me asusta exitarme cada ves que lo recuerdo.
Y los papas creyendo que todo bien y todo alejado del sexo ? Cuánto más se prohiba más llama la atención, esa es la ley ?
Ufff delicioso relato,qué rico,me quedó super dura,si tienes más relatos quedo atento