Me había terminado y volvía a la casa, quería de ello que era lo único que nos mantenía atados: sexo. Nunca en mi vida me había cogido a una mujer con tanto odio y desdén, contra la pared, en el mueble, en la cama… La arrastre por la habitación como a un animal dispuesto a ser golpeado. Quise que fuese la última vez, que me recordara por el resto de su inestable y miserable existencia. Incluso, llegue a pisarla como si fuese un trozo de basura; la tenía en la cama con la cola levantada y me ubiqué de tal forma que mi pie llegará a su cabeza y me pene hasta sus entrañas; la pise queriendo ahogarla en esa almohada, esperando que sus ganas de volver se sofocaran en ella. Terminamos, ambos satisfechos y sudorosos. Al final, un abrazo y la promesa vacía y aparentemente inocua, de amarnos una vez más hasta el próximo hastió. Lo volvimos a hacer, era genial como se había acostumbrado a mis gustos y exigencias, pero ese día, en ese momento me la folle como si la despreciara, la trate peor que a las putas que había partido, como a un juguete viejo con el cual uno juega para verlo acabado y así poder comprar uno nuevo.
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¿Qué más puedo añadir? En algún momento de ira, en medio de la habitación me la follaba de espaldas y ella gritaba, le tape la boca y la incline un poco (su cuerpo hizo un pequeño arco), pero le di como si quisiera reventarle esas nalgas, entraba y salía, el calor aumentaba y por ende el placer, luego cambie de posición… En algún momento, le tomé de los brazos y se los deje como si estuviera esposada y mis manos fueran grilletes, aumente el ritmo, le di más fuerte y ella no paraba de gemir.
Podría intentar recordar más y especificar más, pero ahora el sueño me gana
No fue soez, fue brutal, prácticamente ni le hable, solo me la folle. Con ella tuve el sexo más salvaje de mi vida y la relación más toxica que he tenido. Esa mezcla tal vez hizo posible este tipo de experiencias. Y lo peor, quede acostumbrado sexualmente hablando y con la persona que salgo me ha tocado adaptarme. Por eso escribo y leo mucho sobre sexo, me ayuda a mantenerme centrado y en cordura.
PD: ¿Qué más te puedo decir? Qué la eyaculé en cantidades exorbitantes, y que al final cuando me habló y me dijo que no me dejaría y que no sería la última vez, me falto las fuerzas para sacarla de mi habitación y de mi vida. Fui condescendiente, en exceso.
PD2: Puedo hacer un post similar para ampliar, si quedaste antojada.
Me sentí identificada, me ha pasado un par de veces con mis parejas…por lo general cuando están inseguros, dudosos, pensando que hay otro man que me lo pudo o puede hacer más rico y sabes…es gracioso como ese momento de «odio y desprecio» como le llamas, en verdad puede ser la relación sexual más intensa y deliciosa que un hombre puede brindar. Con odio! duro! grosero! despiadado!
NOTA: Me hubiera excitado mucho escuchar de forma más detallada esa anécdota tuya…
Que rico!!!!!