Me había terminado y volvía a la casa, quería de ello que era lo único que nos mantenía atados: sexo. Nunca en mi vida me había cogido a una mujer con tanto odio y desdén, contra la pared, en el mueble, en la cama… La arrastre por la habitación como a un animal dispuesto a ser golpeado. Quise que fuese la última vez, que me recordara por el resto de su inestable y miserable existencia. Incluso, llegue a pisarla como si fuese un trozo de basura; la tenía en la cama con la cola levantada y me ubiqué de tal forma que mi pie llegará a su cabeza y me pene hasta sus entrañas; la pise queriendo ahogarla en esa almohada, esperando que sus ganas de volver se sofocaran en ella. Terminamos, ambos satisfechos y sudorosos. Al final, un abrazo y la promesa vacía y aparentemente inocua, de amarnos una vez más hasta el próximo hastió. Lo volvimos a hacer, era genial como se había acostumbrado a mis gustos y exigencias, pero ese día, en ese momento me la folle como si la despreciara, la trate peor que a las putas que había partido, como a un juguete viejo con el cual uno juega para verlo acabado y así poder comprar uno nuevo.
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No fue soez, fue brutal, prácticamente ni le hable, solo me la folle. Con ella tuve el sexo más salvaje de mi vida y la relación más toxica que he tenido. Esa mezcla tal vez hizo posible este tipo de experiencias. Y lo peor, quede acostumbrado sexualmente hablando y con la persona que salgo me ha tocado adaptarme. Por eso escribo y leo mucho sobre sexo, me ayuda a mantenerme centrado y en cordura.
PD: ¿Qué más te puedo decir? Qué la eyaculé en cantidades exorbitantes, y que al final cuando me habló y me dijo que no me dejaría y que no sería la última vez, me falto las fuerzas para sacarla de mi habitación y de mi vida. Fui condescendiente, en exceso.
PD2: Puedo hacer un post similar para ampliar, si quedaste antojada.